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"Les leo un capítulo de Platero, 'Juegos del anochecer', y lo saborean. Cambio al leer muchos vocablos: linyera por mendigo, rengo por cojo... que me perdone don Juan Ramón. Tampoco uso la jerga andaluza, y digo: "—Mi padre tiene una escopeta..." Así, todo va bien. Les leo por leer, porque nos gusta a todos. Antes les he prevenido que no hay que hacer ningún trabajo, sino que vamos a gustar de una página sin intención alguna."
Diario de ruta. Los trabajos y los días de un maestro rural
Luis Fortunato Iglesias nació en la provincia de Buenos Aires en 1915. Durante veinte años se desempeñó como maestro único en la Escuela Rural Unitaria N° 11 de Tristán Suárez y reunió sus experiencias en varios libros, entre ellos, La Escuela rural unitaria.
Fue miembro directivo del periódico Educación Popular y recibió numerosos reconocimientos en la Argentina y en diferentes partes del mundo. A partir de su labor a lo largo de veinte años como maestro rural en la Escuela N° 11 de Tristán Suárez, Luis F. Iglesias elaboró propuestas renovadoras de la didáctica en todas la áreas de la educación básica que aún hoy son fuente inspiradora para los docentes.
La Escuela Normal de Lomas de Zamora, recién cumplidos los veinte años, le otorga el título de maestro. Inicia su profesión en una escuela urbana de la localidad de Monte Grande. Luego pasa a la Escuela Nro. 4 de Tristán Suárez hasta 1938. De allí es derivado, como castigo porque no se había querido afiliar al Partido Conservador, a la Escuela Rural Nro. 11 de Tristán Suárez.
Cuando llegó al rancho, "a dos leguas del pueblo" sintió que su vida ya no volvería a ser la misma. Se quedó veinte años. Allí confrontaba la realidad campesina con las teorías de filósofos y pensadores que se exponían en los libros: "Era una escuela divina, hermosa, pintada de blanco, con techos rojos. Era 'la' escuelita. Todo el mundo quería verla, vivirla; todos los chicos tenían ganas de ir. No había cuidador, no había horarios. Venía la gente y la escuela desbordaba el ranchito."
Con desgarramientos interiores, Iglesias aprendía de la vida, de sus alumnos y del entorno social, cómo hallar el camino, la "brújula" que le permitiera guiar a esos niños, enseñarles a pensar y a crecer como personas útiles a sí mismas y a la sociedad: "Mis alumnos eran de familias muy humildes, hijos de peones. A la escuela venían a pie, a caballo, en sulky. Después yo tuve una chatita Ford, de las primeras que hubo en el país, y pasaba a buscarlos. Juntaba más o menos quince por el camino."
El mismo Iglesias describió posteriormente qué buscaba construir: "la Escuela era aula, taller y comunidad. La idea era llamar la atención de los chicos permanentemente, como si fuera un imán. Si la escuela aburre, no sirve. Si no enseña a pensar, tampoco."
Cuando le pedían una definición de la Escuela Unitaria, el maestro respondía, "Es la escuela en la que un solo maestro realiza todo el ciclo de la enseñanza primaria y sigue siendo un instrumento pedagógico imprescindible para ayudar a resolver los problemas de la educación primaria en América latina. Y esto se comprende mejor si se piensa que ésta es la organización de enseñanza más ágil y flexible, más liviana y económica que puede arraigar en la llanura, trepar a la serranía, penetrar en las regiones boscosas sin plantear exigencias previas insuperables. Esencialmente cumple la misión primordial de acercar la escuela al niño..."
A la hora de hablar de sus maestros, Iglesias prefiere remontarse a su infancia: "Yo tuve una maestra en la primaria, Isolina Maffía, que me selló la vocación. Era combativa, creadora, una enamorada del arte. Nos daba espacios para manifestarnos con libertad. Eso fue lo que yo quise hacer con mis alumnos. Así aprendieron a levantar la vista, a mirar el cielo y los árboles, a escuchar los pájaros."
Después de su alejamiento de la escuela rural, fue inspector, profesor universitario y miembro del Consejo General de Educación Bonaerense. Durante dieciséis años dirigió el periódico para maestros "Educación popular". Llegó a ser asesor de la UNESCO. Trabajó en México, donde su libro "La escuela rural unitaria" fue distribuido gratuitamente por el gobierno entre los maestros y donde varias escuelas ya tienen su nombre. "Hay muchos libros, pero son puro bla, bla, bla.", señala, y agrega, "no hay recetas mágicas. El maestro no puede quedarse quieto... tiene que ser alguien actuante y pensante.
Yo he aprendido muchísima pedagogía leyendo a Mark Twain, Dostoievsky, Unamuno, más que estudiando a Pestalozzi. No hay posibilidad de aprender lo educativo si uno no tiene una visión humanística integrada. Esto no es una técnica. Un maestro que no lee no funciona."
(Juan Jesiot es el responsable de "Ediciones Pedagógicas", la editorial que ha publicado los libros de Luis Iglesias.)
Estos son los libros que Luis F. Iglesias ha publicado con una breve reseña de su contenido:
Viento de estrellas: "... provocó en su momento una verdadera conmoción entre las personalidades más relevantes de la pedagogía nacional y mundial..."
La escuela rural unitaria: "... es casi un 'diario', una especie de libro de bitácora de la escuela rural..."
Diario de ruta: "...ha recogido toda la belleza, la alegría y la complejidad del mundo infantil en los momentos más precisos de su transformación y desarrollo..."
Didáctica de la libre expresión: "...metodología para la conducción del aprendizaje de la lengua en sus más difíciles y delicadas funciones..." (Recientemente reeditado.)
Aprendizaje vivencial de la lectura y la escritura: "...no nos habla de encuadres, porcentajes, diagnósticos, instrumentos ni variables: relata el trabajo diario y real en el aula..."
Los guiones didácticos: "surgieron como respuesta a la necesidad de conducción en la clase por siete caminos independientes simultáneamente ".
Diferentes entidades educativas propusieron el nombre de Luis Iglesias para el premio "Andrés Bello" 1984. Senadores y diputados adhirieron a la iniciativa y el Ministerio de Educación elaboró la resolución y envió la propuesta oficial a Washington, sede de la OEA.
1985: "Amigos de Aníbal Ponce" lo distingue con la 11a. entrega de su premio anual.
1986: recibe el "Premio Konex de Platino", otorgado por la fundación Konex (capítulo Humanidades, Educación, Maestros).
1988: la "Fundación Navarro Viola" le otorga el 1er premio de Educación.
1992: la "Fundación Ricardo Rojas-Karakachoff"(ciudad de La Plata) le otorga Medalla de Honor "por su defensa de la Escuela Pública".
1993: la comunidad educativa de la "Escuela Normal de Veracruz, México", realiza numerosos actos en "Homenaje a la obra pedagógica del Maestro Luis F. Iglesias".
1994: la Universidad Nacional de Lomas de Zamora le otorga el título "Doctor Honoris Causa".
1994: el II Congreso Ibero-Americano de Historia de la Educación Latinoamericana, celebrado en Campinas (Brasil), le otorga una plaqueta de reconocimiento junto con los pedagogos Paulo Freire y José Lunazzi, como lo mejores educadores vivos de América.
1995: en el "Encuentro Pedagogía '95", realizado en La Habana (Cuba), donde asistieron 5.000 maestros delegados de toda América latina, se lo nombra profesor titular adjunto del Instituto Superior Pedagógico "Enrique José Varona" (diploma y medallón de plata).
1995: El Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño (IPLAC) lo designa profesor adjunto por su destacada actuación como educador en Latinoamérica.